Teatro Carca Ja Ja da
la Kleñito y yo
felices fiestas!
¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!!
happy halloween
lunes, 23 de diciembre de 2013
Duda
martes, 6 de marzo de 2012
Cerrado con candado de voluntad
Tenía una gran boca carnosa, que mantenía tensa y cerrada. Como si temiese que al abrirla, los secretos que amparaba dentro fueran a escapar contra su voluntad. Sus grandes y expresivos ojos, se movían lenta y cautelosamente, casi demasiado programadamente, nunca parecía que uno de sus movimientos respondiese a algún impulso instintivo. Toda ella parecía demasiado cuidada, pero de sí misma. Cualquiera que viese sólo esos rasgos habría dicho que más bien era alguien desconfiado y calculador. Pero eso quedaba atrás porque la ternura y vulnerabilidad que expelía todo su cuerpo hacían a tirar por la borda todos esos prejuicios, era semejante a un ratoncito asustado. Nadie era inmune a sus “encantos”, ya que, todo el que la veía sentía una necesidad irracional de protegerla de lo que fuera.
Siempre estaba rodeada de personas, pero nunca se la vio conversando o siquiera sonriendo, su boca siempre bien apretada y una expresión casi de disculpa.
Se diría que ella quería hablar pero debía proteger lo que ocultaba. Aunque en realidad lo que debía proteger no era lo que guardaba, sino al resto de aquello que tan celosamente custodiaba.
La gente, que tan a menudo la acompañaba, pronto terminaba por impacientarse con su silencio. Lo tomaban como un castigo, un desaire. Creían que no hablaba por que no los consideraba suficientes, y en poco tiempo empezaban a ver su abrumada cara y su prohibida boca, como un gesto burlón y de desinterés. A ella esto sólo lo apesadumbraba más. Se debatía internamente, añoraba abrir sus labios y hablar de todo lo que se le antojaba, pero no era solo apariencia lo que su boca demostraba. Realmente si dejaba un resquicio en sus labios, las consecuencias serían atroces.
La corte que la hacinaba variaba constantemente por lo que aclaramos antes, pero el suplicio de la niña seguía intacto, y acaso peor, cada día.
Un día, entre los que se acercaban apareció un joven de ojos alegres y expresión jovial. Su boca también estaba cerrada pero él no intentaba ocultar algo, solo esperaba el momento para decir lo que quería. Se miraron por un largo rato sin siquiera pestañear, los ojos de él trasmitían todo lo que ella le hubiese gritado de haber podido, y por primera vez los ojos de ella parecieron cobrar vida y no obedecieron a la estudiada planta de movimientos que tenían prefijada. Por algún tiempo aguantó con su voto de silencio, pero a medida que pasaba el tiempo y sus seguidores se iban, ella vio como los ojos del joven comenzaron a oscurecerse. Temiendo la misma reacción del resto debido a su supuesta indiferencia, tomó una decisión. Al día siguiente, cuando se encontró junto a un nuevo grupo de seguidores, ella lo divisó al final del gentío. Se veía indeciso, pero cuando sus ojos se encontraron, una corriente eléctrica los exalto de tal forma que fue notorio incluso para los demás. Pandora no pudo evitar la tentación, lo que el joven despertó en ella no pudo ser acallado con nada. Abrió sus peligrosos labios para decirle lo que sentía, lo que ambos sentían, lo que él le había dicho con su mirada. Y al hacerlo, desacostumbrada como estaba, la voz le salió ronca y todo lo que había estado guardado por tantos años, se escapó entre sus temores e inseguridades y se esparció por el mundo. Había ocultado tantas cosas por tanto tiempo, que se habían podrido y los curiosos que se arremolinaban a su alrededor fueron un simple estimulo que hizo que todo se precipitara a su inevitable fin. Ella no alcanzó a decirlo y él nunca llegó a oír de esos labios nada más que terribles augurios y horrendas verdades.
viernes, 30 de diciembre de 2011
Es y no puede dejar de ser
Ella quiere ser igual a todas, quiere ser confundida con su amiga Lorena. Quiere ser pasada por alto, le gustaría no resaltar en el medio de una multitud, le gustaría que no la hubiesen elegido, a ella, a Linda. Es cierto, dijimos que lo que hace a Linda diferente, no es algo que salte a la vista, pero esa diferencia es la consecuencia de algo en ella. Hay algo atrayente respecto a ella, no estéticamente. Simplemente que cuando hay un grupo de gente reunida, las personas tienden a fijarse mas en ella que en los demás, tiene esa cualidad que la mortifica. Pasa horas analizando su rostro, sus ojos no tiene nada de extraordinarios, su pelo es común, su boca apenas es colorida, su nariz es casi invisible. Pero todo el conjunto parece ser la combinación exacta. La combinación perfecta para atraer desgracias. Si ella tuviera un rasgo diferente, sólo uno. Todo el equilibrio se rompería y se acabaría su maldición. Bueno en realidad no, ya está hecho y es imposible retroceder el tiempo, pero si se pudiera… Ay si se pudiera.
Linda y su diferencia van a todas partes juntas, se diría que casi se sienten a gusto las dos, solas. Porque finalmente son ellas contra los demás, contra esa masa homogénea tan común, pero a la vez tan exclusiva, que testarudamente se ha negado a aceptarlas. Linda y su diferencia conviven día a día, son como amigas, amigas que pelean todo el tiempo. Linda quiere desprenderse de ella. Y ella, ella quiere quedarse, le gusta ser la distinta, le gusta hacer de Linda una niña especial, más bien una mujer.
La difícil etapa por la que pasa Linda, no es algo hormonal, tampoco se trata de algo reciente, esta “cosa” con que anda es un distintivo, se trata de algo con lo que ha peleado por varios años, Linda no quiere esta terrible diferencia, linda no quiere ser especial, no quiere ser mirada con otros ojos, le encantaría –amaría- ser tan aburrida y corriente. Pero la verdad es que a pesar de todo, su vida no es aburrida, es emocionante y se podría hacer una película con ella. Pero quién le pregunto a Linda si quería eso, ¿alguien le propuso hacer una alocada aventura de la que pudo ser una larga y lenta vida, sin resaltos ni sorpresas? Nadie, ese es el problema, nadie le pide su opinión, no se la pidieron entonces y no se la piden ahora, todo pasa muy rápido. Todo avanza sin su permiso, y la gente se arremolina a su alrededor porque ella no es como los demás, la gente no se funde a su lado, la gente se opaca. Se separa y ella queda al medio y sola. Sí, Linda está sola, y no es que sea una ermitaña, lo que pasa es que no se ha podido labrar un lugar. Paradójicamente la gente siempre deja un espacio para ella pero no la incluyen, es un aparte. Porque como ya sabemos, ella no es como toda la gente, y la gente no es como ella. Siempre se dice que somos todos distintos, pero es solo otra forma de decir que somos iguales. No es que no haya otras Lindas por allí con sus mismos problemas, no es eso. Pero cómo puede saber ella dónde encontrarlas, y ser todas iguales sin importar que haya otro grupo de iguales diferentes a ellas, si están justo como se encuentra ella. Tratando de pasar desapercibidas, intentando ignorar su diferencia, ocultando esta circunstancia que las hace distintas. Claro que hay otras lindas, pero esta diferencia es interior y no se ve a simple vista. Podría hablarles. Aunque nadie se atreve a contar esas cosas. La gente por lo general no anda con una tarjeta de presentación que diga: Linda X, diferente.
No, la verdad es que no hay solución, y cuando Linda es consiente de esto es cuando más sola se siente. Cuando se siente menos linda, se siente sucia, usada y triste. Le gustaría cambiar su nombre, hay que decirlo. Si pudiera se llamaría Similar, Ordinaria o incluso No Tan Linda, No Tan Bonita. Fea, a ella le gustaría llamarse Fea. ¿Se fijaría la gente en alguien que se llame Feo? ¿Se imaginaría su mamá que al llamarla con un adjetivo, con ese adjetivo, limitaba su vida a un camino pedregoso y desolado? Por fuera es linda, se llama Linda, pero por dentro es cochina y poco agraciada, por dentro pudo ser todo lo común que hubiese querido, pero no lo fue, no será. Pero sigue siendo Linda, hermosa a la vista de su familia, envidiable en los ojos de sus pares, presumida para las envidiosas, desagradable para las presumidas… Linda, ese es su nombre y es linda pero también es una niña diferente, una niña a la que la cambiaron, una niña que fue, que no es, ahora solo es Linda.
Tiene ese fantasma que la habita, y no es que esté poseída, sólo que hay algo con lo que carga, y ese peso la obliga a andar más lento. Caminando por su terrible vida a paso de tortuga y es cansador. Una vez más Linda se mira en el espejo. Trata de buscar la singularidad. Es paradójico que físicamente sea común y corriente y aun así, sea diferente, totalmente diferente. Linda, la que es linda pero quiere ser fea, quiso ser fea, rogó por ser invisible, está a punto de cumplir sus deseos. Ella va a tomar una decisión que la cambiará para siempre. Alzará su voz y hablara directo a todos, les dirá qué piensa. Los mirará a los ojos y será sincera. Y eso es lo único que puede hacer que la gente lo ignore a uno. Dirá sus problemas. Pero como ella era diferente, en su caso las cosas no fueron así, la gente no la ignoró.
Con sus dedos suplicantes tratará de alcanzar sin éxito las pastillas que están en su mesita, pero lamentablemente la enfermera se dará cuenta a tiempo.
La verdad es que Linda no tiene trece años, ni catorce, hace ya bastante tiempo que vive en una institución para gente como ella, otras Lindas. Es una persona que se quedó estancada en esa edad, tuvo un trauma que nunca pudo superar y por eso sigue reviviendo una y otra vez su triste infancia y preadolescencia, lo más triste es que hace rato que no está sola, hace rato que la acompañan casi puras Lindas, hace rato que ella es como los demás y sólo los encargados son diferentes, sólo los enfermeros son excluidos, sólo los auxiliares son apartados.
Hace bastante tiempo que ella dejó de ser la única y se convirtió en otra del montón. Pero ya no está en su mente como para apreciarlo, y si estuviera seguramente no le parecería tan maravilloso. Linda es la que fue linda y se volvió fea de tanto desearlo, la que quiso ser común y se volvió corriente. La que era linda y ya no lo fue más, pero su nombre sigue allí como haciéndole burla, y seguirá allí recordándole lo que es y no puede dejar de ser.
martes, 27 de diciembre de 2011
La otra versión
Algo pasa. No puedo verlo pero lo se, lo siento. Siento el miedo y eso me asusta más.
Si, algo está pasando afuera y mi mamá está allá... Espero que no le haya pasado nada malo.
Vértigo, siento el suelo que se pierde bajo nosotros. ¡¿Es un temblor, el fin del mundo?! Quiero que, lo que sea que esté causando toda esta inestabilidad, termine lo más luego posible.
Precaución, por alguna razón lo que haya de amenazante allá, aunque no lo vea, se que está allí y debo cuidarme de él.
Todo empieza a calmarse. Aunque no veo nada, aún, se que cuando salga todo estará mejor. Ella me lo dijo, hubo una ligera presión sobre mí y luego una vibración. Un sutil cosquilleo.
Me contó que tuvo que saltar a un muro para que estuviésemos bien los dos...
Es relajante, me gusta. Me encanta el sonido de su voz y el contacto de sus manos. A pesar de que no logra alcanzarme, no sabe lo relajante que resulta la caricia de su voz en todo mi pequeño mundo y el contacto de su mano hace que esa vibración sea más cercana y concentrada.
Ahora se que mi mamá está bien y, probablemente gracias a ella, yo también. Algún día, cuando ya no esté aquí, cuando no recuerde esto, cuando vea las cosas y las entienda de otra manera, ella me contará su versión de la historia...
Dedicado a Catalina Cornejo y Piriguin/Puntito/Ochito/Lenteja
viernes, 2 de diciembre de 2011
Una sensación casi palpable (Memorias de alguien más)
Estoy desesperada, me siento enterrada hasta el cuello en un fango que me aprisiona y me ahoga. No puedo respirar. Lo que dicen de las arenas movedizas es cierto: “Es mejor no luchar porque te hundes más rápido hay que relajarse y quedarse quieto”. Lo que nadie te dice es que quieto sólo haces el proceso más lento por si tienes a alguien cerca que pueda ayudarte, pero si no... No vas a salir a flote y yo estoy sola, calmada, pero completamente sola. Me hundo lenta, casi imperceptiblemente, pero lo hago. Me encuentro en una muda angustia que me consume, una histeria tan silenciosa que casi se puede oír. Si pudiera gritaría, si pudiera yo... Es una insoportable calma tan intranquila, un silencio tan ruidoso, una soledad tan atestada de gente y testigos inútiles. Cuando la gente dice "me llevare el secreto a la tumba" realmente no sabe de lo que habla, porque un secreto puede pesar tanto que te lleva al fondo. Te entierra y este secreto pesa como ninguno, no se si me lo llevaré a la tumba o será el secreto quien me lleve. Estoy agotada, calmadamente agotada, de tener que sonreír, de parecer feliz. Agotada de lucir como si mi vida no tuviera problemas, de no decir nada, ¡agotada de la calma que me enloquece! Este sopor que envuelve mi mente no tarda en corroer mi cuerpo, me sorprende que no haya sucedido aun, me sorprende mi exceso de energía, me sorprendo a mi misma imaginando y deseando un destino terrible para alguien que nunca va a ser castigado por las cosas que hizo y, quién sabe, si seguirá haciendo, yo no seré la que lo delate. Cómo puedes destruir la felicidad de una familia entera, ni siquiera por la tuya propia, si sabes que solo te traerá más dolor a ti también... Aunque tendrás algo de calma, una calma verdadera. Me ahogo, quiero ir a los recuerdos felices de mi infancia pero es tan paradójico que aquellos que ni siquiera están completos sean los que más resalten. ¿Por qué, si apenas puedo recordarlos están tan firmemente enraizados? Por mucho que traté de erradicarlos, de convencerme de que eran sueños, pesadillas, aún son más claros que mi mejor y más completo recuerdo. Cómo puede algo que no recuerdo, algo que no sé si pasó, ser más claro y obvio. Ser tan real y terrible, es dolorosamente cierto y aun no se si es verdad... Como quisiera que no lo fuera. Estoy sola y nadie puede lanzarme una cuerda para liberarme de las arenas fangosas de mi mente que sólo me aprisiona en un borroso e incompleto rompecabezas de memorias que, lamentablemente, a pesar de estar sólo en mi mente sucedieron y son tan reales como yo.
Debajo de una cuidadosa apariencia hay un recuerdo que de cuerdo no tiene nada, no es sensato traerlo al presente ni menos presentarlo a los presentes. Todo está muy bien apilado sobre él y si lo saco de ahí... Lo demás se derrumba, pero se ha vuelto demasiado grande para el lugar que le destiné y no sé qué hacer con él. Tiñe todo a su alrededor y el hedor que destila me enferma, me da nauseas. Quiero vomitar. ¿Cómo fue que todo esto que no es mío se vino encima de mí? ¿Cuándo pasó el pesado tiempo sobre estas páginas rotas de mi memoria? Ahora todo es tan complicado que hace parecer simple el complejo pasado. Y pasará lo mismo en el futuro, si cargo todavía con este fruto podrido. Pienso entonces que ahora es más difícil que ayer y más fácil que mañana, pienso entonces que es mejor hablar ahora que en un mes, pienso entonces que mientras más lo aplazo, más evidente es la descomposición de esta naturaleza muerta que pronto tendrá más vida que yo, Mis manos se llenan de hongos, soportarán los gusanos que vendrán a devorar todo excepto este peso muerto que puede matarme, pero cruelmente se niega a hacerlo; disfrutando de la inmolación que me produce llevarlo. Pienso y vuelvo a pensar, mis manos se llenan de hongos, soportarán los gusanos, mis manos que se aferran a la resbalosa orilla del charco de arenas succionadoras. Me hundo y esto ya le concierne a tantas personas sin que se lo lleguen a imaginar. Me hundo, no me pude desahogar. Respiro profundo y me preparo para sumergirme, tragar la arena, respirar el lodo, enmudecer por algo físico, no hablar nunca más porque no puedes, dejar de tratar y simplemente callar. Será lento, un suplicio. Me saca de quicio, pero cuando tienes algo tan pesado que te arrastrara a ti y a todo el que intente ayudarte hasta el fondo ¿Cómo puedes pedirle a los demás que se hundan contigo?
viernes, 30 de septiembre de 2011
Animal Gregario
miércoles, 18 de mayo de 2011
El Viejo de Otro Tiempo
Un día, la gente dejó de mandar a arreglar sus cosas, ya sea porque no se habían estropeado, o simplemente porque en vez de hacerlo, las botaban y compraban nuevas. Él lentamente se fue quedando rezagado, como una parte de la vida de las personas que había sido hace mucho, pero ya no más. Parte de una cultura que se fue extinguiendo, y las nuevas generaciones; acostumbradas a lo desechable pronto no supieron siquiera que el había existido, los que lo recordaban ya no iban a verlo y se quedo solo y sin trabajo.
Un día, años mas tarde, lo encontraron. Sentado en su mesita de trabajo, con sus herramientas limpias y ordenadas, los cachureos organizados, las repisas y estantes casi vacíos, dispuestos para las cosas que llegarían pero que nunca llegaron. Su Ropa en perfectas condiciones, el pelo peinado... muerto, sólo el polvo delata el paso del tiempo en aquel micro clima de una época pasada y olvidada. Nadie de los que lo encontraron sabía quién era él, ni qué hacía.
Nadie lo recordaba.