Antes todos iban a verlo, era feliz aunque vivía ocupado. Sus manos, asperas de tanto trabajar con ellas, eran su orgullo, y los más cercanos sabían que, a pesar de la fuerza que tenían, podían ser delicadas y dar consuelo. Su taller siempre estaba repleto y nadie nunca lo vio sentado sin saber que hacer, de ocioso. Nunca de sus labios salio un no por respuesta, siempre decía que había que ver lo que se podía hacer, nunca dijo estar cansado ni ocupado, aunque siempre lo estuviera. El hacía lo que tenia que hacer. Aun cuando la gente reclamaba que las cosas fallaban, era bueno tenerlo a él para arreglarlas.
Un día, la gente dejó de mandar a arreglar sus cosas, ya sea porque no se habían estropeado, o simplemente porque en vez de hacerlo, las botaban y compraban nuevas. Él lentamente se fue quedando rezagado, como una parte de la vida de las personas que había sido hace mucho, pero ya no más. Parte de una cultura que se fue extinguiendo, y las nuevas generaciones; acostumbradas a lo desechable pronto no supieron siquiera que el había existido, los que lo recordaban ya no iban a verlo y se quedo solo y sin trabajo.
Un día, años mas tarde, lo encontraron. Sentado en su mesita de trabajo, con sus herramientas limpias y ordenadas, los cachureos organizados, las repisas y estantes casi vacíos, dispuestos para las cosas que llegarían pero que nunca llegaron. Su Ropa en perfectas condiciones, el pelo peinado... muerto, sólo el polvo delata el paso del tiempo en aquel micro clima de una época pasada y olvidada. Nadie de los que lo encontraron sabía quién era él, ni qué hacía.
Nadie lo recordaba.
Un día, la gente dejó de mandar a arreglar sus cosas, ya sea porque no se habían estropeado, o simplemente porque en vez de hacerlo, las botaban y compraban nuevas. Él lentamente se fue quedando rezagado, como una parte de la vida de las personas que había sido hace mucho, pero ya no más. Parte de una cultura que se fue extinguiendo, y las nuevas generaciones; acostumbradas a lo desechable pronto no supieron siquiera que el había existido, los que lo recordaban ya no iban a verlo y se quedo solo y sin trabajo.
Un día, años mas tarde, lo encontraron. Sentado en su mesita de trabajo, con sus herramientas limpias y ordenadas, los cachureos organizados, las repisas y estantes casi vacíos, dispuestos para las cosas que llegarían pero que nunca llegaron. Su Ropa en perfectas condiciones, el pelo peinado... muerto, sólo el polvo delata el paso del tiempo en aquel micro clima de una época pasada y olvidada. Nadie de los que lo encontraron sabía quién era él, ni qué hacía.
Nadie lo recordaba.