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Gatitos negros y brujas en una noche especial

sábado, 20 de noviembre de 2010

La Casa

Iba caminando hacia la casa de mi abuela, pensando en todo lo que había sido su vida. Tan llena de historias y experiencias, y al mismo tiempo pensaba en cómo había afectado todo eso en mi propia vida, quizás no directamente, pero si a través de mi madre. Cada vez que entraba en esa casa, tan llena de recuerdos, mi mente no paraba de viajar y sensaciones casi indescriptibles se arremolinaban en mi interior. Cada rincón me traía una imagen vívida y con ella evocaba una historia. Eran muchas las cosas que habían pasado en esa casa, me parecía increíble que ahora estuviera tan silenciosa. Era extraño pensar que todo se había extinguido ahí. Ya nadie habitaba esas paredes, nadie dormía en esas camas y sus piezas se encontraban solitarias como todo mueble que ocupaba aquella imponente casa. Casi no lograba acomodar la imagen que tenía de ese lugar en mi memoria con lo que ahora se presentaba ante mis ojos. La mayoría de las cosas seguía en el mismo lugar que había ocupado por años, y aunque hace mucho que nadie vivía allí, el polvo no estaba tan acumulado, lo que le daba a todo una confusa apariencia de cotidiano. Pero aunque había una falsa normalidad en la casa, yo sabía que no era así. Ya nada era como antes. Tenía miedo, por alguna extraña razón me encontraba muy asustada, y a pesar de haber ido muchas veces a aquel lugar y saber de memoria exactamente cada parte de la casa, sentía que algo me podía sorprender en cualquier momento. Traté de respirar intentando convencerme a mi misma de que era irracional y ridículo sentirme así, yo misma no podía explicar lo que me sucedía. Entre a la pieza matrimonial. Lo único que no estaba igual a como solía ser. Las camas ya no estaban y se encontraba casi completamente desocupada.
Al principio creí que se debía a este cambio mi extraño sentimiento. Pero no era la primera vez que veía la pieza así. No entendía por qué ahora me afectaría ver el espacio vacío. En un intento de alejar mi mente de pensamientos que no lograba comprender, empecé a recorrer el lugar y decidí hurgar en al antiguo ropero. Aun así, el viejo mueble no perdía el esplendor. Toda la casa seguía con su dominante aire de majestuosidad. Como si ella misma se negara a asumir que esos tiempos ya habían pasado. Mirando ropa antigua, que seguía allí y quién sabe desde cuándo no se usaba, me entretuve un rato, pero apenas dejé de hacerlo la misma molestia volvió a mí. Un recóndito lugar de mi mente sabía que algo no era normal, y me decía que fuera cuidadosa por donde curioseaba. Que tuviera cuidado con lo que podía encontrar. Pero yo no lograba encontrarle la coherencia a esa sutil advertencia de mi subconsiente que apenas se asomaba a mis pensamientos. ¿Por qué tendría que encontrar algo peligroso allí? donde lo único que había eran montones y montones de recuerdos. Evidencia física y sentimental de los que habían habitado la casa que fue un centro de reunión y unión familiar en algún momento, pero ahora se hallaba reducida a un lugar de nostalgia. Donde los recuerdos se acumulan en todas las esquinas resistiéndose a ser borrados por el polvo que solo ha logrado suavizarlos. Quise sentarme a descansar y pensar en lo que me causaba ese temor tan infundado. Mi mente engañosa estaba más acostumbrada a recordar el lugar aun amoblado, y era impresionante que estaba tan grabado todo en su correcto lugar que a veces pensaba que aun si no hubiese ni una sola cosa dentro de la casa, yo seguiría viéndolo como alguna vez había sido. Pero la realidad era que en esa pieza ya no había camas ni sillones. Involuntariamente la imagen de mi madre se vino a mi cabeza, la imagine jugando en alguna de las piezas. Invente cómo habría sido su infancia en este lugar. A mi siempre me había dado seguridad, pero no sabía cómo había sido para ella. Fui a otra pieza y me tendí en una cama viendo imágenes creadas por mi misma de mi mamá riéndose con sus hermanos y haciendo alguna travesura. Cosas que de niños seguramente hacían a menudo, y por unos minutos estuve entretenida en ese juego mental. Hasta que sin previo aviso me asaltó la misma sensación de miedo anterior, esta vez me tomó por sorpresa haciendo que me levantara de la cama bruscamente. Luego del mareo que esto me provocó empecé a preocuparme más. Quizás no había sido buena idea venir después de todo. Quise calmarme pensando en algún momento feliz, todos los que venían a mi mente eran de cosas que había vivido en esta casa, pero estaban todos confusos y no lograba distinguir unos de otros. Supuse que el mareo había sido más severo de lo que había pensado en un principio. El miedo, que en un principio era sutil, también se había acentuado. Sentía una pequeña punzada de dolor que me hacía dificultoso respirar. No dejaba de dar miradas hacia atrás. Me sentía observada y había perdido la noción del tiempo. ¿hace cuánto que estaba allí? Me distrajo una foto colgada en la pared. Aparecía mi abuela y dos de sus cuatro hijos, ninguno de ellos era mi mamá, pero la foto era muy linda. No era la primera vez que la veía, buscando algo familiar para sentirme más protegida, fui hacia la pared en que sabía que había una foto de mi madre. Al llegar al retrato, mi primera reacción fue acercarme y abrazar la imagen de mi mamá como un absurdo consuelo. Pero al alejarme me sentí desorientada porque la persona que me devolvió la mirada no era mi mamá, me impresionó el parecido que tenia con su hermana y dude de mi pensando que extrañamente me había ido al lugar equivocado, porque no podía ser que siempre hubiese confundido a mi mamá con su hermana mayor. Me giré en un intento de ver cual era la pared correcta, pero no me había mareado tanto como creí para llegar a otro lugar. Esa era la foto que buscaba, pero no podía ser, porque esa no era mi mamá de niña. Volví a examinar la foto detenidamente, casi esperando que nuevamente estuviera la imagen que recordaba tan bien y que había visto tantas veces. Terminé convencida de que había sido un error de toda la vida, de otra manera no me lo explicaba. Con esa sensación de extrañeza me fui en busca de otra foto, esta era particularmente una de mis favoritas, salían los cuatro hermanos y mi abuela muy joven y bonita. Al llegar al cuadro me detuve en seco, esto no podía estar pasando. Esta vez la foto si era la correcta y exactamente igual a como la recordaba excepto por un gran detalle. Mi mamá tampoco aparecía allí. La foto era igual sólo que había tres niños nada más. Mi corazón latía aceleradamente y la sensación de temor que me estaba acechando desde que entré a la casa se abalanzó sobre mí con toda su fuerza y el pánico me dominó. Desesperada corrí en busca de otra fotografía, en algún lugar tenía que quedar una en la que mi mamá si apareciera. Pero fue inútil, en toda la casa no había una sola imagen de mi madre. Registré los cajones y cada closet en busca de las fotos que recordaba detalladamente, con una última y débil esperanza, quizás estaban guardadas por razones que no llegaba a entender, ni podía imaginar, en ese momento tampoco me importaba el por qué. Quería que las cosas tomaran su curso natural otra vez. No encontré fotos, instantáneas, postales ni negativos. Pero aparecieron algunos registros de nacimiento y recortes de diario. Todos eran de los tres hermanos de mi mamá. Pero no había, nuevamente, nada que diera constancia de la existencia de la mujer que tan desesperadamente deseaba ver. Era absurdo, sabía que eso no quería decir nada, pero era todo tan extraño que me angustiaba enormemente. Subí a las piezas nuevamente y antes de entrar a la pieza principal, otra cosa llamo mi atención. Más bien la falta de: la foto de mis hermanas y yo que estaba junto a las demás de los nietos y bisnietos de mi prospera abuela. Estaba a punto de colapsar y preparándome para despertar en cualquier momento de esta pesadilla. ¿Quién y por qué razón había quitado nuestras fotos? Todas las demás estaban allí donde siempre. Las caras sonrientes de mis primos me miraban de todas las paredes y no parecía que hubiese un espacio vacío. Pero para mí se veía grotescamente desnudo ese espacio de la pared dónde siempre estuvo la imagen de las cuatro nietas, hijas de la hija menor. Miré el arbolito que tenía justo once mini porta retratos, uno en cada hoja, pero que nunca había sido rellenado con las fotos de los once nietos. El alma se me fue a los pies y me sentí desfallecer, el frenético palpitar de mi corazón me retumbaba en la cabeza dejándome casi sorda. Allí no había once hojas, sino sólo siete. Y los espacios blancos de siempre estaban ocupados por las caras de mis siete primos maternos. percibí un vacío en mi interior, el suelo blando bajo mis pies y me encontraba sorda pero no como antes, era como estar bajo el agua y tener toda la presión y el peso de la profundidad acuática a mi alrededor, era como si los oídos me fueran a explotar. Tuve un flashback violento y me vi mirando por años esas mismas fotos, llevaba años allí, no eran sólo minutos ni horas. Me vi a mi mirando las mismas fotos que había ahora. Mi mamá no estaba allí, ni en ninguna parte. Yo no estaba allí tampoco. La crudeza de todo me sacudió. y mis propios pensamientos me dieron justo en la cara Mi mente engañosa estaba más acostumbrada a recordar el lugar aun amoblado, y era impresionante que estaba tan grabado todo en su correcto lugar que a veces pensaba que aun si no hubiese ni una sola cosa dentro de la casa, yo seguiría viéndolo como alguna vez había sido...
De pronto la realidad apareció frente a mis ojos. La casa enorme, vacía, aterradora. La casa o lo que quedaba de ella, enterrada entre un millar de edificios, perdida del mundo y la luz del sol, inundada en polvo, desarmándose a segundos, hundiéndose cada vez más en la memoria del barrio que poco a poco la olvidaba. Y yo ahí, un simple recuerdo, que se negaba a perderse con los demás, una invención de alguien que se quedó allí sin querer aceptar que no era real, y que se inventó una historia para que su "vida" tuviera sentido. El descubrimiento de esta horrible verdad, una verdad que era más real que yo misma, destruyó todas mis fantasías y comencé a desvanecerme ante mis atónitos ojos que aún no lograban abarcar toda la revelación que acababa de tener. Antes de desaparecer completamente me forcé a imaginar la casa una última vez como siempre me habría gustado que fuera, como querría que hubiese seguido por la eternidad ,y a mi misma viviendo en ella y disfrutando esas historias que nunca me pertenecieron. Antes de desaparecer completamente decidí no creer en la verdad y borrar de mi cabeza imaginada, la realidad para dejarme invadir por la ficción, esa ficción que era mi verdad.




2 comentarios:

aldo dijo...

Muy fuerte... una vivencia para la cual no estábamos preparados pero que puede ser... cuesta sí asimilarlo... Admiro tus condiciones literarias. Adelante.

Unknown dijo...

me dio pena... sobretodo el principio, me trsjo tantos recuerdos, de la infancia y sobretodo de los uotimos momentos que pasamos ahi... cuando la laste seguia entre nosotros. es triste pensar que esa casa esta vacía y que la razon no es que su dueña, nuestra abuela, ya no este... nunca imagine que así seria el fin de esa casa, siempre pense que seria mi abuelita la que provocara que esa puerta se cerrara.

al menos nos quedan los recuerdos, que son muchos y algunos muy lindos.

buena historia... cuatika... me gusto.

♥SweeNeY ToDD ♥

Jacki

JacK SpaRRoW

JacK SpaRRoW
jack sparrow dibujado x mi :D

La Sirenita

Wall-E

Sweeney